No todos envejecemos igual: ¿los ageotipos explican por qué?

Salud en Español

En una reunión de antiguos compañeros, el reencuentro después de tantos años hace que las comparaciones sean inevitables. En Gabi, apreciamos cierto sobrepeso. Irene, bastante más delgada, se queja de molestias intestinales. Zoilo se mueve con cierta dificultad. Andrea baila sin parar, sin duda conserva la vitalidad de “sus años mozos”.

No cabe duda de que el tiempo afecta a cada uno de forma diferente. Pero, ¿existen causas genéticas? ¿Podemos predecir nuestra forma de envejecer?

En 2020 se hizo viral una noticia sobre el envejecimiento. Llegaba desde California, del laboratorio de Michael Snyder. Un equipo de nueve genetistas había analizado patrones moleculares profundos en 106 personas durante cuatro años, tomando muestras cada tres meses. Algunos envejecían rápidamente, otros con lentitud, y otros mejoraban en algún aspecto con el paso de los años.

Con las muestras recabadas, elaboraron un perfil molecular de cada individuo. En cada persona encontraron marcadores moleculares específicos. A la vista de los resultados, Snyder describió cuatro formas básicas de envejecer:

  • El tipo metabólico, que se caracteriza por deficiencias en el procesamiento y detección de los nutrientes. Y tiene propensión a enfermedades como la diabetes.

  • El tipo inmune tiende a ver afectado su sistema inmunológico, que se debilita antes y eso hace que se inflame fácilmente.

  • Los tipos hepático y nefrótico, que presentan disfunciones en el hígado o el riñón, respectivamente.

Según Snyder, en el futuro estos cuatro ageotipos podrían guiar los tratamientos, favoreciendo una medicina más personalizada. A su entender, si detectamos qué partes de nuestro cuerpo envejecen más rápido, podemos utilizar fármacos para enlentecer el proceso.

Sin embargo, aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo. Los procesos de envejecimiento son complejos, porque abarcan mecanismos genéticos (desgaste de telómeros, inestabilidad del ADN), procesos celulares (disfunción mitocondrial, senescencia celular y otros) y aspectos funcionales (inflamación y agotamiento de células madre).

Quizás demasiado complejo para encasillarnos en solo cuatro modos de envejecer.

¿En qué consiste envejecer?

El envejecimiento es un proceso gradual, espontáneo. Se inicia desde que nacemos, prologándose toda la vida, e implica la disminución progresiva de habilidades motoras, intelectuales y fisiológicas. Los cambios que acompañan este proceso son, hoy por hoy, inevitables.

Es tremenda la cantidad de modificaciones que se producen en nuestro cuerpo al cumplir años. La piel se vuelve más delgada y pierde elasticidad, aparecen arrugas, el pelo se torna gris y tiende a caerse, la densidad de los huesos disminuye…

Simultáneamente, decaen los reflejos y la agudeza sensorial, sobre todo en vista y oído. El corazón bombea menos sangre, los pulmones tienen menos capacidad, el sistema reproductor sufre variaciones en los niveles hormonales y el sistema nervioso central se ve afectado. Además de que otros órganos internos también pueden sufrir disfunciones.

En cuanto al cerebro, el envejecimiento normal implica una pequeña atrofia cerebral (menor tamaño del cerebro), pérdida de determinados tipos de neuronas, disminución de la neurogénesis (capacidad de generar nuevas neuronas), así como la acumulación de sustancias nocivas.

Asimismo, pueden darse cambios en la producción de hormonas y neurotransmisores, que afectan las conexiones neuronales y la capacidad de formar nuevas conexiones.

Edad cronológica versus edad fisiológica

Esto es lo que, a grandes rasgos, implica envejecer. Sin embargo, no todos sufrimos el proceso de la misma manera. Hay personas que envejecen mejor que otras.

Por eso distinguimos entre la edad cronológica, que es la que figura en el DNI, y la edad biológica, que indica nuestro estado físico y mental. Las personas que parecen no envejecer, que “llevan mejor los años”, tienen una edad biológica similar que la cronológica. A esto se le ha denominado envejecimiento exitoso, frente al patológico. La razón, sin embargo, aún no está clara. Pero podría deberse a multitud de factores, tanto genéticos como ambientales.

Lo que parece indiscutible es que el envejecimiento está íntimamente ligado a la aparición de enfermedades, cuya incidencia y severidad se incrementan con la edad.

Estrategias saludables

Estamos al principio del camino. Hemos iniciado la comprensión de las causas profundas del envejecimiento, pero aún no se conocen bien las bases moleculares del envejecimiento.

En cuanto a los ageotipos, tienen carencias importantes. De momento quedan fuera de la ecuación factores psicológicos y emocionales. Y también faltan por definir algunos ageotipos, por ejemplo el relacionado con la vulnerabilidad cardiovascular.

La buena noticia es que, sea cual sea nuestro ageotipo, hay una serie de actividades y hábitos cotidianos comunes a toda la población que le paran los pies al envejecimiento. La receta no es otra que controlar las enfermedades crónicas –cardiovasculares y diabetes sobre todo–, practicar ejercicio físico, apostar por la estimulación cognitiva, mantener las relaciones sociales, evitar el consumo de sustancias nocivas y optar por una dieta baja en calorías vacías.

Si nos comprometemos con un estilo de vida saludable, la bola de cristal le anunciará más años y, sobre todo, mayor bienestar y calidad de vida.

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